El Poder de Londres
¿Que tiene Londres que no tengan otras ciudades? ¿Cuál es su poder de atracción? ¿Por qué cada vez más gente la elige para vivir, trabajar, estudiar, o pasar sus vacaciones?
Si París fue la capital del siglo XIX y Nueva York la del siglo XX, Londres es la ciudad de todos los tiempos, es el arquetipo de ciudad, una ciudad de ciudades, incombustible, tenaz, siempre inacabada en constante cambio y crecimiento. Una ciudad que se reinventa continuamente.
Londres es un caótico laberinto en permanente conflicto, un enorme organismo de producción y consumo. Un calidoscopio de culturas, razas y lenguas. Un voraz gigante de insaciable energía. Londres es la ciudad total, la ciudad del pasado, del presente y del futuro. Londres es todas las ciudades en una. En un mismo lugar confluyen muchas y distintas épocas que se contaminan y superponen, donde innovación y tradición conviven en envidiable armonía.
Londres es, junto a Nueva York, París y Tokio, una de las cuatro llamadas ciudades globales. Una de la áreas metropolitanas con mayor PIB del mundo y centro neurálgico en el terreno de las finanzas, los seguros, la educación, el comercio, la moda, las artes, los medios de comunicación, la investigación, el turismo y el transporte. Las ciudades globales son centros de integración e influencia mundial, los motores de crecimiento de sus países y la puerta de entrada de sus ingresos. Londres, ciudad global, es una comunidad abierta y cosmopolita en la cual los individuos de procedencias diversas, (casi el 40% de la población no es de origen británico), conviven estableciendo entre sí relaciones de mutuo respeto a pesar de sus diferentes creencias, morales, políticas o religiosas.
Londres es un polo de atracción para los jóvenes más brillantes del mundo que rápidamente se adaptan a sus costumbres imprimiendo una vertiginosa velocidad a la ciudad e imponiendo una agotadora y competitiva práctica profesional.
Mientras el resto de las ciudades de Europa se preguntan qué modelo de crecimiento deben seguir, Londres tiene claro que quiere ser más grande, más compacta, más densa y al mismo tiempo más accesible, atractiva y verde.
Ken Livingstone, alcalde laborista (2000-2008), el llamado “alcalde rojo”, decía que “todo el mundo confluye en Londres”. Y eso es porque Londres está situada en el centro del huso horario mundial, porque está mejor conectada que cualquier otra ciudad, porque posee el mayor sistema aeroportuario del mundo en tráfico de pasajeros, porque desde Londres se puede volar a más de 280 destinos, porque se hablan 300 lenguas distintas, porque sus 43 universidades conforman la mayor concentración de estudios superiores de toda Europa, porque se respetan todas las ideas y porque a nadie le importa lo que hace su vecino.
Los responsables de la ciudad de Londres desde ya hace tiempo están convencidos de que los promotores privados son los únicos que pueden impulsar la ciudad, y están consiguiendo transformar el viejo Londres en un centro mundial ávido de inversores.
El sistema basado en la Private Finance Initiative, iniciativa de financiación privada y eliminación de barreras administrativas, pretende al mismo tiempo dinamizar la economía de la ciudad y hacer que la arquitectura esté presente de forma activa en todo el proceso de desarrollo urbano. Para ello han creado la figura del Desing for London, cuya misión es establecer el criterio con el que alcanzar la excelencia en la arquitectura y el espacio urbano.
Londres pretende aumentar su densidad sin sobrepasar el cinturón verde, que estableció en 1955 como límite de crecimiento urbano. La falta de suelo exterior ha conllevado a aceptar la altura e incluso la gran altura como una solución posible, sostenible y deseable. Richard Rogers como asesor del alcalde Livingstone, se convirtió en el gran defensor de la alta densidad con su teoría de la “regeneración urbana”, colocando la arquitectura en el centro de las decisiones políticas.
El proyecto más destacado de los impulsados desde la Greater London Authority es la Torre Shard que, con sus 310 metros de altura se ha convertido en el edificio más alto de Europa. La torre de usos mixtos proyectada por Renzo Piano combina comercios, oficinas, hotel, restaurantes, viviendas y un mirador en lo más alto, que ha pasado a ser, junto al London Eye, el observatorio más visitado de Londres.
Sólo, suavizando la rigidez de los programas y usos, tradicionalmente contemplados en las normativas, eliminando las barreras administrativas y difuminando los límites entre lo privado y lo público, como está haciendo Londres, las ciudades podrán crecer y desarrollar todo su potencial y energía.
Esta práctica de la desregulación, mayor peso de la iniciativa privada, y aumento de la densidad, es algo todavía demasiado nuevo que, poco apoco, se irá imponiendo en otras ciudades europeas. Londres, en su continuo intento de aunar tradición e innovación está poniendo ya en práctica esta “regeneración urbana”, porque quiere, porque puede y porque posee los ingredientes necesarios: coraje, capital, talento y creatividad.
Carlos Rubio Carvajal